El nombre Chocó, sabores que te embrujan empezó a aparecer en facebook de repente. Con ese título y unas fotos que llamaban la atención la curiosidad me picó y sucumbí ante las historias que contaban.

Diana y Lorenzo Cairoli son los artífices de ese proyecto gastronómico. Como ellos mismos lo cuentan en su perfil de facebook, Lorenzo llegó en 2012 al departamento del Chocó y poco tiempo después ya estaba encantado con las paradojas que ofrecía esta región de Colombia que es un mundo desconocido tanto para colombianos como para extranjeros. Habla de los sabores chocoanos como un universo por descubrir con descripciones tan abrumadoras como la siguiente: “Las carnes ahumadas de monte y los pescados ahumados de río y de mar se cruzaban en direcciones contrarias, permitiendo que el minero y el aserrador, habitantes de la selva más profunda, disfrutaran de sabores marinos, y a la vez que el hombre del litoral disfrutara de lonjas de carne remitidas en canoa por sus parientes del interior, en un intercambio que hoy en día se sigue practicando”.

Tras un año de viajar por el Chocó, Diana y Lorenzo se radicaron en Pereira y en este nuevo hogar comenzó un descubrimiento gastronómico totalmente nuevo: el del eje cafetero. De esta región colombiana también quedaron crónicas bellísimas como la de la finca Nutra en Calarcá donde aseguran que se comieron un labneh mejor que el de Beirut o la historia de don Salvador, un campesino mexicano que vive en el Quindío y aprovecha la riqueza de esas tierras cafeteras para cultivar ajíes de todos los colores, berenjenas, zucchini y albahaca.

Dicen que lo más difícil es empezar, pues una vez un proyecto toma impulso no hay cómo pararlo. Creo que el impulso de Chocó, sabores que te embrujan se debe en buena parte a la curiosidad y respeto con los que Diana y Lorenzo tratan a sus interlocutores. Es impresionante porque logran una comunicación afectuosa y eficiente, sin importar el título o la condición social del cocinero que tienen al frente.

Lorenzo y Diana continuaron recorriendo Colombia y luego llegaron a Ecuador, donde también encontraron una gran riqueza de sabores, texturas y aromas que se complementaba a la perfección con una calidez humana excepcional.

Hace poco, estando en Colombia, les robaron la cámara y las memorias de sus viajes en diversos formatos, así que comenzaron una campaña para recaudar fondos y salvar su página, que en realidad es mucho más que eso, pues sus andanzas son un compilado de saberes que conforman nuestra memoria colectiva y hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial. Como agradecimiento ofrecen una selección de las crónicas y recetas más insólitas que se han encontrado en sus andares.

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Por: Vanessa Villegas Solórzano