Cuando Esther me entregó esta receta, me la dió con el siguiente título: “You can’t believe it’s not chopped liver!»

Para algunas personas, recordar es también pensar en voz alta, hablarse, interpelarse, repasar lo vivido y darle voz a quienes ya no están a través de anécdotas y emociones. Al mencionarle a Ruthy Klinger el nombre de Esther Rotlewicz recibí un correo titulado “Cuántos recuerdos!” en donde queda muy claro que son los pequeños detalles los que sacan a relucir los más profundos sentimientos.

El nombre de Esther Rotlewitcz me trae una avalancha de recuerdos, todos gratos y dulces. Ella y yo fuimos muy amigas, más en el destierro de Miami, que en Bogotá. Allá nos reconocíamos, y si el encuentro era en una reunión grande, de esas de “carácter obligatorio”, nos juntábamos en un rincón, a veces con alguna amiga más, nos aislábamos del tumulto para conversar tranquilas y nos divertíamos de lo lindo gracias a que Esther era poseedora de un gran sentido del humor.

Esther fue una de las cocineras y reposteras que más me ha impresionado. Para la fiesta de Rosh Hashaná en la cual se acostumbra a compartir cosas dulces para que el año que empieza sea grato, ella horneaba galleticas, las ponía en unas bolsitas hermosas y las repartía entre sus personas preferidas. Yo tuve el honor de recibirlas durante muchos años, y también fui afortunada de que me heredara algunas recetas muy especiales para ella, entre otras, la del paté de lentejas, que ella bautizó “you can’t believe it’s not chopped liver” (“no podrás creer que no es hígado picado”).

Algunos hijos de Esther se volvieron vegetarianos y para ella, en lugar de ser un problema, esto se convirtió en una puerta abierta para experimentar en la cocina. Aprendió recetas nuevas y se inventó y reinventó algunas cosas maravillosas. Esther fue una mujer generosa y eso se nota en la manera de adaptar su gusto a la nueva cocina que le proponían sus hijos, pues, en lugar de limitarla, encontró una manera deliciosa de sacarle provecho a su talento.

Ingredientes para 2 tazas de paté

1 taza de lentejas

3 tazas de caldo de vegetales

2 cebollas blancas medianas

3 cucharadas de aceite vegetal

2 huevos duros

½ taza de pistachos pelados

Sal y pimienta al gusto

Preparación

Remoje las lentejas en abundante agua durante 2 horas como mínimo. Enjuáguelas con agua fresca y escúrralas en un colador. Vierta el caldo de vegetales en una olla, agregue las lentejas y cocínelas a fuego medio hasta que estén muy blandas.

Mientras las lentejas se cocinan, pique finamente las cebollas. Caliente el aceite en una sartén a fuego medio, agregue la cebolla picada y dórela. Pele los huevos duros y separe las claras. Reserve las yemas para otra preparación.

Procese los pistachos en una licuadora o procesador de alimentos hasta obtener un polvo. Agregue las lentejas previamente cocinadas y escurridas y la cebolla dorada. Mezcle hasta lograr una preparación homogénea. Añada las claras y pulse brevemente el procesador para que queden pedacitos de clara visibles. Retire del procesador y condimente con sal y pimienta al gusto. Lleve a un molde o dele la forma que prefiera, lleve al refrigerador y sírvalo cuando esté frío.

Por: Vanessa Villegas Solórzano