El 15 de mayo de 1921 nació, en Medellín, Margarita Córdoba Quiroz una mujer que hizo historia en Colombia y a quien la historia la borró porque nunca encajó en el molde. ¡Feliz cumpleaños, abuela!
Por Vanessa Villegas Solórzano
Margarita Córdoba era una líder natural. Desde que estudió en el CEFA, en Medellín, se caracterizó por encabezar las comitivas de estudiantes que reclamaban acceso a educación superior.
En 1947 Margarita Córdoba, Selfia Cortés junto a Laura y Lucía Merino conformaron la segunda generación de abogadas graduadas de la Universidad de Antioquia.
Margarita Córdoba se especializó en Derecho civil y desde la universidad se sumó al movimiento sufragista en Colombia como parte del MRL.
Se casó con el abogado laboralista Mario Solórzano con quien tuvo cuatro hijes. Tres murieron: Mauricio en 1962 (siete años), Mónica en 1965 (menos de seis meses) y Cecilia en 1967 (dieciséis años).
Junto con otras mujeres profesionales en Antioquia fundó la APFA, —Asociación profesional femenina de Antioquia— que además de reunir a las mujeres profesionales del departamento para reclamar pagos equitativos, nombramientos de mujeres en cargos de poder y espacios laborales dignos para las mujeres profesionales, daba apoyo a aquellas mujeres que querían estudiar y quienes su entorno no se los permitía. Gracias a Marta Tamayo el archivo de la APFA está en Archivo General de la Nación en la colección «Las mujeres y la lucha por sus derechos» y pronto estará digitalizado y disponible para consulta remota.
En 1958 Margarita estuvo en las listas de la Cámara de representantes del Partido liberal en Antioquia. Fue Representante entre 1958 y 1960. Renunció porque no estuvo de acuerdo con los repartos de poder de los que 《debía hacer parte》.
Más allá de su faceta como integrante de un partido político, lo de Margarita Córdoba era hacer política con las acciones. Hablemos de inclusión —porque por aquí se explica parte del rechazo de la sociedad antioqueña y colombiana a Margarita—.
En una ciudad tan conservadora como el Medellín de 1950 las personas migrantes y que no profesaran la religión católica tenían problemas para acceder a servicios básicos, entre ellos los legales. Margarita Córdoba y Mario Solórzano representaban legalmente a familias judías.
Ser hija natural, es decir, haber nacido en una relación por fuera del matrimonio impidió que Margarita Córdoba estudiara en colegios privados en Medellín. Eso la llevó al CEFA en donde se encontró con otras mujeres igualmente discriminadas: por su religión, por su color de piel, por sus orígenes. Desde el colegio la mejor amiga de Margarita Córdoba fue una mujer judía: Esther Rabinovich. A través de ella generó un fuerte vínculo con la pequeña comunidad en Colombia.
Mi mamá recuerda con cariño a una mujer trans llamada Mariposa que iba a su casa los miércoles a planchar ropa. Me conmueve hasta las entrañas que en 1960 Margarita Córdoba le hubiera dado trabajo y trato digno a una vida trans.
El secretario de Margarita Córdoba y Mario Solórzano era un hombre abiertamente gay. Hernán Rodríguez trabajó por más de treinta años en la oficina de Mario y Margarita. De nuevo, trabajo y trato digno a una persona que no era bien recibida por la godarria local. De Hernán tengo los mejores recuerdos,: recuerdo la dulzura con la que Margarita lo trataba y su chaqueta de cuero rosado que usaba con orgullo cuando salía de la oficina.
Pero quizás la mayor transgresión social de Margarita Córdoba de Solórzano fue haberse casado con un comunista.
Hay gente con la capacidad de transformar positivamente los entornos en los que se mueve. Margarita Córdoba de Solórzano fue una de esas personas.
Margarita Córdoba de Solórzano murió en enero de 1991. Esta es la resolución 004 de 1991 del Concejo de Medellín.
