Ilustración del aguacate y foto: Iara Chapuis
Al hablar de comida las palabras importan porque hacen referencia a alimentos que nos gustan, que conocemos, que deseamos o que, por el contrario, no nos queremos encontrar en nuestro plato. A pesar de que pensamos en ellas como algo estático, son viajeras y mutantes, se adaptan y nos muestran otras realidades. Para hablar de comida las palabras lo son todo: son portadoras de características físicas, de propiedades organolépticas, de expresiones sensoriales y emocionales. Cuando describimos los alimentos nos hacen salivar y es gracias a ellas que sentimos rechazo o desagrado. Las palabras delimitan el entorno que conocemos y nos abren camino a nuevas relaciones con el sabor, el gusto y el conocimiento.
Por: Vanessa Villegas Solórzano
Para una enorme cantidad de hispanoparlantes incluida la gente de México, el país que suma el mayor número de personas que hablan español como lengua materna, la palabra para nombrar a la Persea americana es indiscutible: se llama aguacate. Sin embargo, esta certeza se desdibuja a medida que desde México se avanza hacia el sur del continente americano y tras cruzar la frontera entre Colombia y Ecuador el vocablo que designa a esta fruta comienza, paulatinamente, a transformarse en palta. Así, la línea del ecuador parecería ser la frontera invisible que divide estas dos formas de llamar a un alimento valioso y apreciado desde tiempos prehispánicos.
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