Una historia en la voz de Ruthy Klinger.

En mi infancia había personas y nombres, siempre presentes. No puedo recordar cuándo ni dónde las conocí, pero sus personalidades y rasgos se fueron volviendo parte de mi crecimiento y evolución.

Algunas de las personas que marcan mis recuerdos de infancia son de la familia Malca, más específicamente “las Malca”. De ellas puedo decir con tranquilidad que “las conozco de toda la vida”, pues estuvieron presentes durante toda mi infancia y sus recuerdos se mantienen vivos por muchas razones. A estas alturas pondría en consideración que el hecho de que fueran muchos hijos e hijas podría haberlos hecho muy visibles dentro de una comunidad de inmigrantes tan pequeña, pero es solo una conjetura a la distancia y no puedo aseverarlo.

La madre, doña Lela Malca, era una inmigrante del Medio Oriente que fue valorada como una persona muy bondadosa, siempre dispuesta a ayudar a los demás y de una fidelidad proverbial. Antes del nombre que iba a pronunciar, doña Lela anteponía, sin excepción, una palabra en árabe: “roji”. Alguna vez le pregunté el significado y me dijo: como en esbaniol se dice “querida”. Para entonces yo tendría entre 6 y 7 años, y su respuesta clara y sencilla me hizo admirarla profundamente. En todo caso, esta buena señora nunca pudo pronunciar la letra p, como le ocurre a muchas de las personas del Medio Oriente, y hay mil anécdotas sobre su cambio de sonido en palabras clave del español, en particular a la hora de hacer las compras.

Mientras doña Lela vivió, pude frecuentarla y compartir con ella, además tuve ocasión de seguir viendo a otros miembros de esta familia. ¿Quién se podría imaginar que la esposa de mi hermano, se iba a emparentar con ellos, cuando su hermano se casó con una nieta de doña Lela? Pues bien, toda esta carreta viene a propósito de una receta de “bolas de pescado”, que la susodicha nieta compartió con mi cuñada.

Y a doña Lela, su hija Batchevah y su nieta Nicole, todo mi afecto.

Ingredientes para 4 personas

 Bolas de pescado

2 libras de pescado blanco

4 cebollas blancas cortadas en cuartos

3 huevos

1 cucharadita de sal

2 cucharaditas de pimienta negra molida

3 cucharadas de harina de matzá (o miga de pan o de galletas de soda)

Aceite para freír

Salsa

10 tomates maduros

4 cucharadas de aceite de oliva

3 dientes de ajo picados

1 cucharadita de azúcar

Sal y pimienta al gusto

Preparación

Corte el pescado en trozos y póngalos en un procesador de alimentos junto con la cebolla, los huevos, la sal y la pimienta. Procese los ingredientes hasta que se forme una pasta. Retírela del procesador, tápela con plástico y llévela al refrigerador por 30 minutos como mínimo.

Arme bolitas medianas y páselas por la harina de matzá. Fríalas en abundante aceite caliente hasta que doren.

Haga un corte en forma de cruz en la parte inferior de los tomates. Aparte, caliente abundante agua en una olla a fuego medio-alto hasta que hierva. Agregue los tomates y cocínelos por 1 minuto hasta que la piel se comience a despegar. Retírelos del agua y pélelos desprendiendo la piel con las manos. Pique los tomates en cubos. Caliente el aceite en una sartén amplia, agregue el ajo y los tomates picados. Añada el azúcar, la sal, el vinagre y baje el fuego. Tape y cocine entre 10 y 15 minutos hasta que los tomates comiencen a deshacerse. Agregue las bolas de pescado y cocínelas por 15 minutos para que quede salsa y no se sequen.

Acompañe las bolas de pescado con arroz blanco o arroz con lentejas.

Por: Vanessa Villegas Solórzano